lunes, julio 10, 2006

Día 4

  • Hoy llegaron las membranas tempranito.
  • Desde las diez de la mañana se dedicaron a despejar el área. Se pusieron todas las plantas, las rejas, etc. en la azotea. En la mesada quedó el tambucho y algunas macetas pesadas. El jazmín sigue en su lugar, no hay como sacarlo sin correr el riesgo de hacerlo bosta.

  • Como se ve en la foto, por la tarde lijaron todas las asperezas del piso para no lastimar la membrana y lo pintaron con brea, salvo en las partes donde hay cosas apoyadas (ahí donde se ve en la foto de arriba y donde está el cemento, debajo de la mesada.
  • Un rato cuando llegó y luego antes de irse, Pelu estuvo tomando café y charlando conmigo (yo no tengo muchas ganas de estudiar, como se ve, me levanto muy temprano y a las dos de la tarde ya tengo demasiado sueño, jejej)
  • "Son prolijos los muchachos" dice Pelu. ¡Es verdad! Son atentos y prolijos. Incluso piensan mientras trabajan, cosa rara hoy día (en cualquier área laboral).



  • Como la brea sigue húmeda no pude sacar bien la foto de la parte de atrás de la terraza.

La nota de color:

Desde la primera vez que vino, con Héctor y con Pelu para revisar qué había que hacer en la cocina, Martín, el más grande de los dos obreros -no es viejo, es "grande" y petiso-, me saluda con un beso tanto al llegar como al irse. Aquella primera vez que vino le serví café al igual que a Héctor y a Pelu -cosa que luego no volví a hacer más que una vez, cuando cargaron las bolsas de cemento y arena desde la vereda y realmente me compadecí- y lo saludé al llegar y al irse como a Héctor y a Pelu. Cuando empezó a venir con el otro muchacho, Agustín, que me saluda desde lejos y me pareció que hasta se avergüenza del saludo entre Martín y yo, la verdad es que olvidé el asunto del beso y simplemente empecé a recibirlo con un "Buen día" y a despedirlo con un "Hasta mañana". Pero Martín insiste en ponerme la cara para el saludo, y lo más gracioso es que no es un saludo "cachete con cachete" sino que él realmente me da um beso en la mejilla en vez de al aire, como suele hacerse. Como no se trasluce ninguna intención perversa (aunque la haya), sino todo lo contrario, es amable, el asunto me da gracia y también un poco de ternura porque cada vez que llega el momento del saludo yo estoy distraída y tengo que reaccionar casi exageradamente a su perseverante modo de saludarme. Además, me impresiona como le choca al otro muchacho que se nota que ni loco me saluda con un beso y se da vuelta rápidamente como si la forma en que me saluda Martín fuera pecado (quizá un "pecado social"). Y quizá teme sentir la obligación de saludarme igual... ¿Por qué? Siendo un muchacho de mi edad, supongo que algun pensamiento mucho menos amable le debe pasar por la cabeza. La sensación es que el "hasta mañana" de Agustín es mucho más "perversito" que el besito diario de Martín. ¿Curioso, no? ¡Y qué lástima que no se transforme en príncipe (joven, alto y rico)!

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aiaiai
não vais me deixar sem fotos de Martin e de Augustín!
Quero conhecê-los!

manhê

8:07 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home