jueves, julio 13, 2006

Día 7 - segunda parte (un día largo)

  • ¡Lluvia de "chanes"! Paré de escribir porque me llamaba Héctor desde la cocina. Mirá, me dijo, ¡llega hasta la mitad! Casi me caigo de toór: ¡el perfil llega hasta la mitad solamente! Justo donde estaba la senda rajadura es donde se terminaba el perfil.Lo cual deja en evidencia que no se tomó ninguna medida al sacar toda la pared. Es decir, los perfiles, que son originales, corresponden a las dos aberturas: la puerta a la cocina y la puerta a la escalera, en el medio no hay nada porque sólo había pared. Quedaban unos 30 aprox entre un perfil y el otro.
    La cocina es un quilombo pero el perfil ya está colocado, falta revocar, etc.


La nota de color

Al descubrir esta grasada de los perfiles, Héctor se empezó a poner levemente inquieto: dame otro cigarrillo, Pelu... Martín, Martín, ahí no, picá acá, mirá, eso dejálo para lo último, a ver si se nos cae la mampostería, ahí, sí y corréte por favor, no te pongás abajo, Martín, a ver si se te cae encima...
Mientras, Agustín subía y bajaba las interminables bolsas de cal y arena un poco malhumorado porque era tarde ya y todavía nadie había salido a comer, y yo miraba todo el movimiento muy cómoda desde la butaca VIP. Cerré la puerta de paso al living, la que tiene los vidrios, y me senté en un banquito a observar, muy fina a través de los cristales, la cirugía (toda una cirugía de casa, la verdad) y a sacar una foto.


Enseguida me di cuenta de que había unas tazas por ahí y agua caliente en el termo (recordad el estado de la cocina, ¡impasable!) así que hice dos tés (tampoco había agua para tres), uno para Pelu y otro para Héctor que no despegaba los ojos de lo que hacía Martín. Disculpá que te diga tanto las cosas pero es que esto es peligroso, sabés, Martín... Uy, qué rico de canela. A todo esto, alguien tiró de una silla del living y ya éramos tres los sentaditos en el palco para ver la obra. Yo, de estudiar, nada, por supuesto. Era mucho más interesante estar para cuando la casa se viniera abajo. Uy, estoy nervioso, dame otro cigarrillo Pelu, hasta que no terminen con esto no me voy, quiero ver el perfil colocado hoy. ¡Coman más tarde, Martín, eh! Hay que terminar con esto. (Antes de que esto termine con nosotros.)

El tema era también que si iba a dar o no la altura de la escalera, así que Héctor se puso a entallar una madera como simulando un perfil para ver qué pasaba. Todo pasaba, pasaba incluso yo, que soy la más alta. Desfilamos cada uno subiendo y bajando la escalera para ver si alguno se llevaba puesta la madera en la frente. Pero eso sí que no pasó, a pesar de que Martín estiraba el cuello y decía: ahí toco, ahí toco.

Tipo 14:30 Agustín también estaba medio nervioso y lo puteaba a Martín porque no corría la escalera cuando lo veía que iba a pasar cargando una membrana al hombro (la que faltaba, para rellenar los huequitos que faltan), así que nos dimos cuenta de que mientras Martín picaba la pared a Agustín le picaba el bagre, simplemente. Así que lo mandamos a comer y que siguiera después. “Bueno”, dijo. Y se fue. (“¡Ay, pero qué caritativos somos, lo dejamos salir a comer y todo!”)

A todo esto, Lulú se había escapado hacia la terraza así que al asomarme le dije a Martín:

-¿La gata está ahí?

-¿Eh? No... ¿qué lata?

(Martín es sordo de un oído y lo descubrió la semana pasada cuando le pasé el teléfono para que hablara con Héctor y como no escuchaba nada me decía que mi teléfono no andaba... Aparte, ya que estamos hablando de él, Martín es quechua puro, dice Héctor, y parece que "placenta" se dice "parís" en quechua (¡A los bebés sí los traen de París! -dijo Pelu) y "liebre" se dice "iuchú" (o como putas se escriba) O sea que el grupo de rock irlandés, U2, ¡en realidad se llaman "liebre"! -dijo Héctor)

Héctor y Pelu (y yo) también teníamos hambre así que nos fuimos a comer una picadita al Hipopótamo. Como para entonar, viste. Una picada que hacía tiempo no comíamos, y sí, dije yo, porque la picada de un tiempo a esta parte se vino en picada... (¡!) Por el camino, Pelu encontró que Py y Margall es un lindo nombre (¿no?) así que nos rebautizó: Py es Pelu. Y soy yo y Margall es Héctor. Yo voy al medio porque soy la más joven, dice. Los tres somos Py, Y y Margall. ¿Quién es Héctor? ¿Quién es Pelu? Yo no sé. Sólo sé quiénes son Py y Margall. Y nos reímos toda la tarde con esta pelotudez.

Durante la picada ni hablar de cómo me reí. Margall se compró un anteojo mágico supuestamente italiano por 12 pesos de un pelirrojo teñido que vendía en las mesas. Es un anteojo de aumento de los que se doblan enteros, como tres o cuatro veces, y quedan chiquititos; y dice que es mágico porque ve mejor que con el que se acababa de comprar que le costó 140 pesos. Y además éste le queda mucho más “paqueto”.

Todo el delirio se vio ahondado por el hecho de que Margall e Y (o sea, yo) tomamos una botellita de Vasco Viejo (hubiera sido mejor joven, dijo Py, ninguna dormilona) que nos relajó de las tensiones obriles. Después de hablar de todos los temas: cirugías, nuevas sexualidades, pastilla del día después, lentes de contacto, hombres feos que se casan con mujeres lindas y viceversa, hombres ricos que se casan con mujeres estúpidas, hombres que son mujeres y viceversa, mujeres que no son mujeres y viceversa, a Margall le salió su costado cruel y empezó a hacer chistes de la calaña de: bueno, ahora llegamos y están los bomberos, y mañana sale en el diario: “Derrumbe en la Boca, mueren dos obreros mientras que la propietaria y los arquitectos se salvaron por comer una picada.” (la propietaria vengo a ser yo en este contexto, pero se SABE que sos vos en realidad, mami, no te pongás así.) Y seguía: “y en la tele: ¡acá, por acá... hay uno vivo todavía, se mueve bajo los escombros!”

Ya eran más de las 16:30 cuando nos fuimos y yo rumbeé para la kinesióloga y ellos a casa, a ver qué había pasado. Por supus que salió todo bien (sino los chistes me los hubiera guardado) y no fue la muerte de nadie.

Igual los chistes continuaron porque ahora en la casa del gran hermano hay una Interna muy graciosa entre Martín y Agustín. Es que Agustín llega puntualísimo a las nueve de la mañana, incluso antes. Y Martín que toma dos colectivos y un tren para llegar, aparece como a las 10, a veces antes, a veces después. Entonces Martín no se va ni loco antes de las seis, pero Agustín quiere irse antes. Encima, Si Margall es el jefe de ambos, Martín es un poco el jefe de Agustín. Así que le sobra siempre lo peor: cargar el material. El tema fue que la llave que les asigné desapareció esta tarde. Y Martín le echaba la culpa a Agustín porque al fin y al cabo Martín se la pasó picando y el que bajaba a comprar y a traer las bolsas era Agustín. Y Agustín juraba que no las había perdido y que las tenía yo. Preguntamos por todos lados y revolvimos los escombros, pero nada. Agustín parecía desesperado: ¡Este Martín! ¡Lo voy a matar! ¡En vez de ayudarme a buscar me manda a bajar esto, hacer lo otro! ¡Y encima me dice que el responsable de la llave soy yo! ¡Me hace quedar mal! ¡Ahora van a pensar que la llave me la llevo yo! ¡Pero yo no la tengo, no la tengo!

Le dije que no era para tanto, que no se preocupara. Pero no había manera de calmarlo. Después de que se fueron, como a la media hora, me tocó timbre el del “A”. Resulta que la hija encontró unas llaves y me preguntaba si eran mías. Ahora me pregunto yo: ¿por qué no las habrán dejado en el buzón común, en las cajitas del pasillo (yo me fijé a ver si alguien las había puesto ahí) será por falta de lucidez mental o directamente se habrán ido a sacar una copia de la llave de acá arriba? (Tan guachos no son, ¿no?) Ah, además últimamente el del “A” es una dulzura conmigo. El otro día me pedí empanadas y al bajar a abrirles aproveché para bajar la basura. Cuando llegué abajo él salía y me dijo “Dame, ¿te la tiro a la basura?” Y bueno, gracias. Está haciendo la del buen vecino. Por ahí así lo dejamos hacer asados en la vereda, ¿no? ¿O se sentirá en derecho de socializar ahora que anda actualizado en las expensas?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ay, ay, ay...
Como me hiciste reir!
Despues sigo leyendo los otros (es que voy del ultimo al primero)

5:22 p. m.  

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